
Las organizaciones que trabajan por los derechos de los animales realizan campañas que promueven la adopción de perros y gatos. Lamentablemente, la respuesta no es tan alta como ellos desean.
Sin embargo, quienes lo hacen tienen la dicha de llevar a su hogar un cachito de amor incondicional y, de paso, reparan el corazón de un animalito que fue abandonado a su suerte.
Esto es precisamente lo que hizo un pequeño, quien en compañía de su madre adoptó a un perro, pero no a cualquiera, sino a uno anciano para hacerle pasar sus mejores días lleno de amor, mimos, comida y el hogar que siempre mereció. Su historia ya recorre las redes sociales.

Shey, un poodle miniatura de 14 años, fue entregado al Animal Rescue League de Iowa, en Estados Unidos, por su propia familia, quien alegó que no podía cuidarlo más porque debían mudarse de ciudad y no tenían espacio suficiente.
El perrito fue aceptado por los rescatistas del lugar, quienes lamentaron su situación porque se encontraba muy deteriorado.
Su triste estado les hizo creer que no sería adoptado y pasaría sus últimos días en el lugar. Afortunadamente, su situación no fue así y a cuatro meses de ingresar al refugio fue adoptado por un pequeño llamado Tristan.

Shey y Tristan crearon un lazo de amistad inquebrantable. Era común verlos de paseo y solían visitar el albergue animal en que se conocieron para llevar donaciones a otros perritos. Lamentablemente, Shey perdió la vida y Tristan tuvo que despedirse de él.
“Lamentamos decir que Shey nos dejó recientemente. La pérdida de su amigo le dio duramente a Tristan, pero se alegró de poder darle tanto amor en sus últimos meses”.